Mentiras, verdades y antirretrovirales
18/06/2012 -
Aunque no se
puede interrumpir nunca el tratamiento de antirretrovirales, los rumores
de que estas pequeñas pastillas te volverán loco son una mentira
descarada, según Mia Malan.
Hoy en día Suráfrica tiene el mayor programa de
tratamiento del VIH público del mundo; algo que contrasta fuertemente
con lo que ocurría hace una década, cuando los juicios y las protestas
para forzar a un gobierno que se resistía a disponer fármacos para
tratar el VIH estaban al orden del día.
De los 5,4 millones de población infectada por el VIH,
cerca de 1,5 millones reciben ahora antirretrovirales (ARV) que
ralentizan la propagación del virus en sus organismos.
Pero a lo largo de los años han surgido muchos mitos sobre los ARV.
El periódico surafricano Mail & Guardian estuvo
hablando con el Doctor Sindisiwe van Zyl del programa VIH del Anova
Health Institute con base en Johannesburgo para desmitificar siete de
esas falacias.
Mito 1: Todos los infectados por VIH necesitan ARV
Mediante recuentos de CD4 –que indican lo fuerte que es
el sistema inmune de un individuo– los médicos determinan si una persona
infectada por el VIH necesita un tratamiento de ARV. Sólo en caso de
que el número de CD4 disminuya por debajo de un nivel determinado se
hacen necesarios los ARV. En el sector estatal, todos los seropositivos
con un recuento de CD4 inferior a 350 mantiene un tratamiento de ARV; en
el sector privado el tratamiento comienza antes, cuando el recuento de
CD4 está en 500.
No obstante, si un seropositivo padece también
tuberculosis (TB), se le somete a un tratamiento de ARV
independientemente de su recuento de CD4. De acuerdo con página web
médica WebMD, los individuos sanos que no están infectados por el VIH
poseen un recuento de CD4 de entre 500 y 1500.
Mito 2: Puedes interrumpir y reanudar tu tratamiento de ARV
Los ARV son un compromiso vitalicio; si interrumpes el
tratamiento, es muy probable que tu estado empeore aún más que cuando
empezaste. Durante el tiempo en el que paras de tomar la medicación, le
das al virus del VIH la oportunidad de volverse resistente al fármaco
ARV que estabas tomando; y puede que dicho tratamiento deje de
funcionarte.
Mito 3: Una vez que te has vuelto inmune a tu tratamiento de ARV, no hay nada que los médicos puedan hacer por ti
El VIH puede volverse resistente a tu tratamiento de ARV
si interrumpes dicho tratamiento o si no tomas la medicación a una hora
determinada cada día. En tal caso, se puede reemplazar tu combinación
de ARV por un nuevo tratamiento que pueda funcionar para ti. Sin
embargo, tendrá más efectos secundarios y un precio más elevado.
Cuando se empiezan a tomar los ARV, normalmente se
someterá al paciente a un tratamiento de tres comprimidos que se conoce
como tratamiento de primera línea. Estos fármacos son los más accesibles
y los que menos efectos secundarios tienen. Si el paciente se vuelve
resistente a ellos se procederá a una segunda línea de fármacos, que es
más cara y posee más efectos secundarios. En el caso de que la segunda
línea de fármacos se vuelva ineficaz, se trasladará al paciente a un
hospital terciario en el recibirá una combinación de fármacos más
compleja, que se conoce como tercera línea o tratamiento de rescate.
Este tratamiento a menudo consiste en cuatro –y no tres–
tipos distintos de ARV, y es probable que no elimine el virus de forma
tan eficaz como los fármacos de primera y segunda línea.
Mito 4: Los ARV deforman tu cuerpo y adelgazan tu cara
Hasta hace poco, el tratamiento de ARV más común en
hospitales públicos contenía un ARV conocido como d4T. Si el d4T se
suministraba durante más de un año podía transformar la forma física del
paciente, provocando pérdida de masa en brazos, piernas y cara, y
depositando grasa en el estómago, la nuca o el pecho (tanto en hombre
como en mujeres). En abril del 2010, se sustituyó el d4T por un fármaco
conocido como Tenofovir, que no posee ninguno de estos efectos
secundarios.
Mito 5: Los ARV te vuelven loco
Un ARV conocido como Efavirenz a menudo provocaba que
los pacientes tuvieran sueños extraños, además de provocarles una
sensación de mareo y somnolencia. Algunos han interpretado estos efectos
secundarios como indicios de demencia. Por norma general, dichas
reacciones desaparecen durante las tres primeras semanas del
tratamiento.
Mito 6: No puedes recibir un tratamiento de ARV y de TB a la vez
Todo infectado por VIH y con TB debn recibir ARV. Si la
TB se desarrolla antes de comenzar el tratamiento de ARV, el tratamiento
de TB deberá iniciarse con dos semanas de antelación al de ARV. Esto
permite que el organismo se ajuste primero a los fármacos contra la TB.
Los pacientes que han comenzado un tratamiento de ARV y
tienen TB que no ha sido diagnosticada, a menudo desarrollan una
afección que se conoce como TB-IRIS, en la cual el sistema inmune
reacciona de forma exagerada a los medicamentos y la TB empeora. Por
ello es tan importante que médicos y enfermeros examinen adecuadamente a
los seropostivos para detectar la TB.
Si se suministran ARV y el tratamiento resulta efectivo,
es poco probable que se desarrollen enfermedades relacionadas con el
VIH incluyendo la TB. En el caso de que ocurriera se puede suministrar
inmediatamente un tratamiento de TB, puesto que el organismo ya se ha
acostumbrado a los ARV.
Mito 7: Los bebés no pueden tomar ARV
Los bebés pueden tomar jarabes de ARV especiales tan
pronto como cumplan dos semanas de edad. Las directrices del gobierno
establecen que a todo bebé infectado por el VIH se le debe suministrar
un tratamiento de ARV inmediatamente. En el sector público normalmente
se realizan pruebas a los niños en busca del virus del VIH sólo a las
seis semanas, cuando las madres los llevan a la clínica para que sean
vacunados. En el sector sanitario privado esto ocurre a las cuatro
semanas. No obstante, si el niño enferma poco después de su nacimiento,
se le puede realizar la prueba inmediatamente.
Sin tratamiento preventivo durante el embarazo, una
madre tiene un 40% de probabilidad de transmitir el VIH a su bebé.
Programas de prevención de transmisión del VIH de madre a hijo han
reducido el riesgo a un 2%.
Mia Malan trabaja para el Discovery Health Journalism Centre de la Rhodes University.
Publicado en Mail & Guardian, Suráfrica, 08-06-12.